Escalofríos psicógenos: por qué tenemos escalofríos cuando no tenemos frío

Las mentes de los demás pueden ser un misterio absoluto, o la causa de un profundo sentimiento de conexión: de cualquier forma, te dan escalofríos

Hace unos años, yo propuse que la sensación de frío en la columna vertebral, mientras, por ejemplo, se ve una película o se escucha música, corresponde a un acontecimiento en el que se satisface nuestra necesidad vital de cognición. Del mismo modo, he demostrado que los escalofríos no sólo están relacionados con la música o el cine, sino también con la práctica de la ciencia (principalmente la física y las matemáticas) y con la lógica social de los rituales religiosos. Creo que los escalofríos y las emociones estéticas en general pueden enseñarnos algo que aún desconocemos. Pueden ayudarnos a comprender lo que realmente importa a la mente y a la sociedad de las mentes.

Cuando tienen frío o están enfermos, los seres humanos tiemblan. El escalofrío es un temblor muscular que produce calor, lo que permite al cuerpo mantener su temperatura central en un mundo cambiante. La temperatura central humana puede variar temporalmente entre unos 28 y 42 grados Celsius. Fuera de estos umbrales, se produce la muerte. Los humanos también tiemblan en caso de fiebre, ya que el calor ralentiza el ritmo de crecimiento de los patógenos y mejora la respuesta inmunitaria de un cuerpo vivo. La piel de gallina o la piloerección (erizamiento del vello) pueden ser efectos secundarios, ya que el temblor muscular hace que el vello se erice, lo que crea una fina capa de aire, minimizando así la pérdida de calor. Por extraño que parezca, los humanos también tiemblan independientemente de tales acontecimientos. Por ejemplo, ciertas situaciones sociales parecen provocar los escalofríos.

Los humanos son especialmente propensos a temblar cuando un grupo hace o piensa lo mismo al mismo tiempo. Cuando una multitud comparte un objetivo común. Cuando escuchan un himno nacional o presencian un autosacrificio. Cuando mueren por sus ideas. Cuando el pensamiento colectivo se vuelve más importante que la vida individual. Pero los humanos también se estremecen ante situaciones que no son de naturaleza social. Algunos tiemblan cuando consiguen encontrar una solución a ciertos problemas matemáticos, por ejemplo, y por tanto el estremecimiento no puede reducirse a un mecanismo social.

¿Por qué un acontecimiento psicológico desencadena una respuesta fisiológica relacionada con la regulación de la temperatura? A un nivel fundamental, la cognición requiere un cambio. Si estabilizas una retina con los instrumentos adecuados, el órgano deja de transmitir señales a la corteza visual primaria, y uno se va quedando ciego. Desde el punto de vista del órgano de los sentidos, un mismo objeto nunca se parece a sí mismo dos veces. Dos sillas nunca son exactamente iguales. En otras palabras, uno está constantemente descubriendo un campo visual. Todo lo que sientes, lo sientes por primera vez. La percepción es realmente exploración y, si podemos percibir algo, es porque estamos constantemente haciendo coincidir las señales sensoriales entrantes con los modelos mentales disponibles. Rara vez dejas de reconocer los objetos de tu entorno. El mundo siempre tiene ya un significado, y a veces es bello.

El proceso por el que una mente se adapta a su mundo es tan eficaz que la gente confunde constantemente una cosa con la otra. Cuando una gran parte del pensamiento coincide con una gran parte del mundo, se puede sentir conscientemente lo que llamamos emociones estéticas. Históricamente, la estética es la ciencia de cómo la percepción se une a la cognición, la ciencia de cómo sabes lo que ves. La mayoría de las emociones estéticas son inconscientes. Se producen cada vez que ves algo. Cuando ves algo lo bastante importante, puedes experimentar estas emociones conscientemente. Esto ocurre a través de cambios corporales como lágrimas, aumento de los latidos del corazón, sudor… o escalofríos. Lo extraño de los escalofríos es que los seres humanos parecen temblar tanto cuando son perfectamente capaces de predecir el comportamiento de los objetos externos en tiempo real, cuando todo encaja tan bien, como, sorprendentemente, cuando no se puede predecir nada en absoluto, cuando la situación se descontrola.

Temblores.

Yo propongo que los escalofríos psicógenos corresponden a un acontecimiento en el que la medida de la similitud total entre todas las señales sensoriales y los modelos mentales disponibles alcanza un valor pico local. Esto puede expresarse matemáticamente en términos de la tasa de cambio de una función de similitud condicional. En este contexto, cualquier cambio en el aprendizaje corresponde a una emoción estética. Cuando la función alcanza un máximo local, su derivada tiende a cero y el aprendizaje se ralentiza. Esto corresponde a un punto de “inflexión” en tu conocimiento total. Hace diez años, Perlovsky predecía que un acontecimiento así implicaría el conocimiento sobre otras mentes y sobre el sentido de la vida.

Sabemos que los escalofríos psicógenos pueden inhibirse mediante un excitante, el antagonista opiáceo naloxona. La naloxona es lo que se inyectaría en un entorno clínico a un paciente víctima de una sobredosis; es el antagonista de la morfina. No es sorprendente que la mayoría de mis sujetos afirmen que se relajan después de experimentar un escalofrío estético. Además de una clara analogía con la pulsión sexual, ¿qué nos dice esto sobre la pulsión exploratoria?

Yo argumento que las historias que provocan los escalofríos podrían provocar este alivio de la tensión al permitir a los humanos superar conflictos entre partes fundamentales de la mente. Tales historias podrían ayudarnos a afrontar contradicciones internas, en las que ambos elementos se resisten por igual al cambio. Leon Festinger, que en 1957 inventó la teoría de la disonancia cognitiva, denominó a esto disonancia de máxima amplitud. La mente crea historias para superar sus propias contradicciones. Los antropólogos llaman a esto un mito, y sabemos por una gran cantidad de trabajos de antropología que los rituales son susceptibles de provocar escalofríos por la espina dorsal.

Ponemos dos ejemplos de estos conflictos fundamentales: uno biológico y otro cultural. El conflicto biológico deriva del hecho de que, aunque sobrevivimos como especie compartiendo objetivos, puede que nunca accedamos directamente al objetivo de otras mentes. Así, nos estremecemos en casos de comunicación aparentemente total: la sincronía teórica. Otro ejemplo deriva de la discordancia fundamental entre la naturaleza altruista del animal humano, por un lado, y la lógica del sistema social actualmente dominante, por otro. Estas hipótesis explicarían por qué puedes estremecerte en el transcurso de una película cuando la empatía se convierte en una condición necesaria para reducir la tensión narrativa a su mínima expresión. Cuando el malo acaba salvando al bueno.

Thay tres explicaciones plausibles para la relación fundamental entre la cognición y la temperatura. Una es fisiológica, la otra es física y la tercera es biológica. La explicación fisiológica consiste simplemente en describir los escalofríos psicógenos como un caso de fiebre. De hecho, la relación entre emoción y temperatura es muy antigua, e incluso los reptiles muestran indicios de hipertermia inducida por el estrés.

La explicación física relaciona los escalofríos psicógenos con la fiebre.

La explicación física relaciona la disipación de calor en el escalofrío con el procesamiento de la información en el cerebro. En 1961, el físico Rolf Landauer, de IBM, propuso el principio de que todo borrado de información debe ir acompañado de una disipación de calor. Esto se comprobó experimentalmente hace unos años en Lyon. Si esta hipótesis no es del todo falsa, en algún momento deberíamos ser capaces de predecir la cantidad de calor producida, dado un conocimiento preciso del proceso de información. Hasta entonces, no veo ninguna razón de peso para cuantificar el escalofrío.

Por último, la explicación biológica relaciona los orígenes del pensamiento humano con los tremendos cambios de temperatura en su nacimiento. Podría ser que pudiéramos observar esta relación entre los mecanismos que regulan la cognición y los mecanismos que regulan la temperatura debido al contexto particular en el que el pensamiento vio la luz del día. En otras palabras, es muy posible que un escalofrío acompañara a la primera idea humana. Desde entonces, cada vez que captamos algo importante, quizá repitamos el gesto.

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Félix Schoeller

Es investigador en el Centro de Investigación e Interdisciplinariedad de París (Francia)

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