Nuestro narrador interior nos da continuidad y un sentido de nosotros mismos

Desde muy pequeños, los niños aprenden a hablarse a sí mismos. Esa voz en tu cabeza es lo que hace que tú, tú

‘Pienso, luego existo’, proclamó como primera verdad el filósofo del siglo XVII René Descartes. Esa verdad fue redescubierta en 1887 por Helen Keller, una niña sorda y ciega que entonces tenía siete años: ‘Yo no sabía que soy. Vivía en un mundo que era un no mundo… Cuando aprendí el significado de “yo” y “mí” y descubrí que yo era algo -explicó más tarde-, empecé a pensar. Entonces la conciencia existió por primera vez para mí’. Como ambos pioneros sabían, una parte fundamental de la experiencia consciente es el discurso interior, la experiencia del pensamiento verbal, expresado en la propia voz interior. Tu voz interior eres tú.

Esa voz no es el sonido de nada. Ni siquiera es física: no podemos observarla ni medirla directamente. Si no es física, entonces podría decirse que sólo podemos intentar estudiarla mediante la contemplación o la introspección; los estudiosos de la voz interior están “pensando sobre el pensamiento”, un acto que se antoja vago. William James, el filósofo del siglo XIX que a menudo se considera el creador de la psicología estadounidense, comparó este acto con “intentar abrir el gas lo suficientemente rápido como para ver cómo se ve la oscuridad”.

Sin embargo, gracias a los nuevos métodos de experimentación de las últimas décadas, por fin se está desvelando la naturaleza del habla interior. En una serie de estudios, los escáneres están permitiendo a los investigadores estudiar las regiones cerebrales relacionadas con el habla interior. En otros estudios, los investigadores están estudiando los vínculos entre el habla interna y externa, es decir, la que decimos en voz alta.

Las raíces del nuevo trabajo se remontan a la década de 1920 y al psicólogo ruso del desarrollo Lev Vygotsky, que afirmó que la mente humana estaba moldeada por la actividad social y la cultura, desde la infancia. Según su hipótesis, el yo se forjaba en lo que él llamaba la “zona de desarrollo próximo”, el territorio cognitivo que está justo fuera de nuestro alcance y que es imposible abordar sin ayuda. Según Vygotsky, los niños establecen asociaciones de aprendizaje con adultos para dominar una habilidad en la zona, y luego se independizan, hablando en voz alta para sustituir la voz del adulto, que ya ha desaparecido de escena. A medida que aumenta la maestría, esta “voz propia” se interioriza y luego se va silenciando cada vez más hasta que es casi muda: sigue formando parte del diálogo continuo con uno mismo, pero es más íntima y ya no se pronuncia al mundo. Desde la perspectiva de Vygotsky, esta voz, que al principio se emitía en voz alta pero finalmente sólo se interiorizaba, era el motor del desarrollo y de la propia consciencia.

La autoconciencia es el motor del desarrollo y de la propia consciencia.

La teoría del desarrollo infantil de Vygotsky contrastaba fuertemente con las de sus homólogos occidentales. William James desdeñaba por completo el estudio del habla interior, porque, para él, era un fantasma: imposible de observar. El psicólogo francés del desarrollo Jean Piaget insistía en que el habla privada significaba simple incapacidad: era el balbuceo de un niño sin capacidad de comunicación social, sin relación alguna con el funcionamiento cognitivo. Durante gran parte del siglo XX, Piaget se apoderó de las riendas del desarrollo infantil, insistiendo en que los niños tenían que alcanzar una etapa de desarrollo antes de que pudiera producirse el aprendizaje. ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? Vygotsky decía que se producía el aprendizaje y luego se desarrollaba el cerebro. Piaget decía que el cerebro se desarrollaba y luego se producía el aprendizaje.

A lo largo de años de meticulosos experimentos tras el Telón de Acero, Vygotsky siguió exponiendo su caso. Una de las cosas que hizo fue estudiar a niños en la zona de desarrollo próximo mientras trabajaban con adultos para realizar tareas. En los experimentos, se presentaba al niño un reto y una herramienta para superarlo. En la zona, Vygotsky observó lo que denominó “habla privada”, el habla de sí mismo que suelen tener los niños de entre dos y ocho años. Esta etapa intermedia, sostenía, estaba conectada, por un lado, con un periodo anterior en el que no teníamos hilo de memoria (ni voz interior) y, por otro, con el verdadero habla interior, tan crucial para la autorreflexión, la memoria narrativa y el desarrollo de las habilidades cognitivas.

Dentro de la recién formada Unión Soviética, la investigación de Vygotsky fue estigmatizada, en gran parte porque utilizaba pruebas de inteligencia para validar algunos conceptos; las propias pruebas de cociente intelectual habían sido prohibidas por constituir un desafío a los principios marxistas de igualdad. A pesar de los obstáculos, en 1934 (el año de su muerte) Vygotsky publicó finalmente su obra sobre el habla interior y el desarrollo infantil, Pensamiento y Lenguaje. Mientras tanto, en Occidente, nuevos trabajos en psicología del desarrollo empezaron a socavar la aceptación de Piaget. Cuando Pensamiento y Lenguaje fue finalmente redescubierto y publicado en inglés por MIT Press en 1962, fue el momento perfecto. El libro proporcionaba una forma racional y alternativa de concebir el desarrollo de la mente. Y las traducciones posteriores de los escritos de Vygotsky dieron lugar a una plétora de hipótesis listas para ser comprobadas.

En 1970, el impulso para validar las ideas de Vygotsky había cobrado fuerza. Una de las líderes de aquella época fue la psicóloga estadounidense Laura Berk, profesora emérita de la Universidad Estatal de Illinois, experta en el juego infantil. Berk observó a los niños participar en juegos imaginativos y demostró que la sustitución de objetos -por ejemplo, una taza por un sombrero- requiere pensamiento interno (y autoconversación) más que impulso. Sus estudios demuestran que, durante el juego imaginativo, la autoconversación de los niños les ayuda a guiar sus propios pensamientos y comportamientos y a ejercer un verdadero autocontrol. Ella y muchos otros psicólogos infantiles demostraron la importancia de la voz interior, sin lugar a dudas, elevando a Vygotsky y enterrando a Piaget para siempre.

Con la voz interior claramente establecida como cincel para la mente joven, quedaban muchas preguntas por responder. ¿La gente adulta experimenta el habla interior de la misma forma que los niños, o incluso que los demás? ¿Tenemos la mayoría de nosotros una voz interior, un comentarista interno que narra nuestras vidas y experiencias de un momento a otro?

Estas eran preguntas profundamente controvertidas e introspectivas en la década de 1970, y cautivaron la imaginación de Russell Hurlburt, un ingeniero aeronáutico reconvertido en estudiante de postgrado de psicología clínica en la Universidad de Dakota del Sur. Hurlburt había imaginado una forma de muestrear con precisión las experiencias internas aleatorias de los demás. Hoy es profesor de psicología en la Universidad de Nevada, Las Vegas, y desde entonces ha estado perfeccionando la técnica.

Hurlburt denomina a su metodología Muestreo Descriptivo de Experiencias (DES), y funciona muestreando los pensamientos internos de un entrevistado determinado durante los momentos en que suena aleatoriamente un localizador. Tras extraer el contenido de la experiencia interior de innumerables entrevistas, Hurlburt ha definido una serie de fenómenos típicamente compartidos por los seres humanos: imágenes auditivas y visuales, emoción, conciencia de estímulos reales y una categoría de pensamientos que se producen sin palabras, imágenes ni símbolos de ningún tipo. Sin embargo, la principal aportación aquí es, en realidad, el propio DES. Antes de su creación, los métodos introspectivos habían sido rechazados durante décadas, si no siglos, por estar demasiado influidos por prejuicios como para ser tomados en serio. Ahora, con el DES, Hurlburt cree en la posibilidad de obtener instantáneas imparciales y precisas de la experiencia interior que incluyan el habla interna.

Libres de los mundanos confines de un laboratorio, los datos proceden de “la naturaleza”, como dice Hurlburt. Los participantes llevan el localizador, que puede activarse en cualquier momento del día. Realiza sus actividades cotidianas y es probable que olvide su presencia. Cuando suena el localizador, el participante anota cuidadosamente cuál fue exactamente su experiencia interior inmediatamente antes. Posteriormente, Hurlburt les interroga sobre esa experiencia en una entrevista minuciosa pero abierta.

El proceso de la entrevista en sí requiere un sondeo exigente y amistoso, aunque similar a un juicio, sobre lo ocurrido. En una transcripción inédita del libro de Hurlburt Explorando la experiencia interior (2006), se cita a una participante llamada Sandy tras un pitido: “Estaba leyendo. Empezaba con la palabra “vida”… y tenía una imagen en la cabeza -era una imagen en blanco y negro, por cierto- de… Vale, estaba mirando fijamente la palabra “vida” y me había dicho a mí misma “vida” con mi propio tono de voz.’

Sandy se refería al habla interior utilizando la palabra “vida”. Durante los seis minutos siguientes, Hurlburt la interrogó sobre esta experiencia. Al final, sus preguntas ayudaron a Sandy a divulgar que, mientras pronunciaba interiormente la palabra “vida”, veía simultáneamente “una imagen de esa palabra en un tipo de letra como de correo antiguo, negro sobre fondo blanco” y una imagen en movimiento de “arena cayendo” de una mano de origen desconocido bajo su cara.

En una muestra de participantes bulímicas, Hurlburt descubrió la propensión a múltiples voces interiores al mismo tiempo

DES requiere una cuidadosa habilidad para captar este tipo de experiencias con precisión, lo que Hurlburt denomina “habla interior prístina y de alta fidelidad”, tal y como se produce de forma natural. Tiene cuidado de no sesgar al participante en modo alguno. Hay mucha gente que cree que hablas contigo mismo todo el tiempo, así que es una forma de presión externa para decir que hablabas interiormente cuando quizá no lo hacías”, señala. Por ejemplo, el célebre investigador de la conciencia Bernard Baars ha afirmado que ‘el habla externa ocupa quizás una décima parte del día de vigilia; pero el habla interna se mantiene todo el tiempo’. Las investigaciones de Hurlburt demuestran que esto no es cierto; según él, el habla interior consume alrededor del 25% del día de una persona media y, por tanto, tiene cuidado de no comunicar ninguna suposición sobre qué tipo de experiencia interior puede haber tenido un entrevistado de DES en el momento del pitido.

Gracias a la investigación de Hurlburt, el habla interior de una persona media consume alrededor del 25% del día de vigilia.

Gracias a la precisión del DES, Hurlburt ha encontrado patrones de pensamiento asociados a diversas poblaciones clínicas, incluidas las que padecen esquizofrenia, bulimia nerviosa y autismo. En una muestra de participantes bulímicos, por ejemplo, ha descubierto la propensión a experimentar múltiples voces internas al mismo tiempo. Por ejemplo, “Jessica”, una paciente que estaba viendo la televisión cuando se produjo el pitido DES. En la parte frontal de su cabeza, explica Hurlburt, decía interiormente “rubia”, “delgada”, “chicos” y “mirada fija” en lo que era su propia voz no hablada. Al mismo tiempo, en la parte posterior de su cabeza, decía, con otra voz interior más tranquila, que seguía siendo la suya: “¿Por qué las películas y los programas de televisión siempre tienen ‘chicas para’, ‘a’ y ‘en’? Es importante señalar que estas experiencias no suelen ser percibidas por los propios experimentadores, y mucho menos reveladas a otras personas.

Hurlburt ha descubierto que solemos hablarnos a nosotros mismos con voces que consideramos nuestras y que, aunque silenciosas, les atribuimos características sonoras como el tono, el timbre y el ritmo. Les atribuimos cualidades emocionales similares a las del habla externa. Por último, el habla interior se produce principalmente en frases completas y casi siempre se produce de forma activa en lugar de experimentarse pasivamente.

Recientemente, Hurlburt se asoció con Charles Fernyhough, un destacado investigador del habla interior y las alucinaciones auditivas de la Universidad de Durham (Reino Unido). Para llevar a cabo su colaboración, introdujeron a participantes del DES en escáneres cerebrales que utilizaban imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf), que detectan cambios metabólicos en el cerebro. Al igual que a otros participantes, a estos sujetos se les pidió que grabaran el habla interior y la experiencia que se producía justo antes de un pitido, pero esta vez se escanearían los cerebros. Estos escáneres se compararon con otros que se captaban cuando los participantes repetían interiormente palabras que leían en una pantalla, un método para investigar el habla interior que se había utilizado en muchos estudios anteriores. Los investigadores descubrieron que la actividad aumentaba en una región del cerebro llamada giro de Heschl durante el habla interior espontánea, pero no cuando se incitaba a la autoconversación, lo que indica que la naturaleza neural de la autoconversación prístina es realmente única.

P Continuando donde lo dejaron Vygotsky e investigadores como Berk, Fernyhough ha estado investigando el papel que desempeña el habla interior en las mentes en desarrollo y evolución. Fernyhough sugiere que, una vez interiorizado el habla privada de la infancia, el habla interior emerge de múltiples formas, cada una de ellas comparable al habla en voz alta.

Fernyhough denomina “expandido” al nivel más familiar del habla interna, porque es básicamente igual que el habla externa: gramatical y completamente formado, pero no vocal. Cree que este tipo de habla interna se activa con mayor frecuencia cuando estamos sometidos a estrés o presión cognitiva. Imagina, por ejemplo, que estás de viaje y tienes que hacer una llamada importante sobre la pérdida de un pasaporte. Mientras estás en espera, es muy probable que ensayes mentalmente exactamente lo que vas a decir al funcionario que está al otro lado -la historia de cómo se perdió tu pasaporte- en un lenguaje pleno y completo.

Hasta la fecha, Fernyhough y sus colegas han ideado formas inteligentes de explorar el habla expandida a través de su estrecha conexión con el habla en voz alta. Por ejemplo, han demostrado que el habla externa puede interferir con el habla interna cuando es necesaria para la memorización. Si los participantes intentan memorizar en silencio una lista de elementos -tarea que requiere el habla interna- mientras recitan en voz alta los días de la semana, no pueden hacerlo. Hablar en voz alta aniquila eficazmente el papel que, de otro modo, desempeñaría el habla interior expandida.

En otro estudio, Fernyhough y su colega Simon McCarthy-Jones captaron imágenes de resonancia magnética funcional de la actividad cerebral relacionada con una forma de habla expandida denominada “dialógica”, porque consiste en imaginar un diálogo con otra persona. Para realizar el experimento, los investigadores hicieron que los participantes se imaginaran a sí mismos en diversos escenarios, como ir a su antiguo colegio o reunirse con el Primer Ministro. En estos escenarios imaginarios, conversaban interiormente con su antiguo profesor o se entrevistaban con el Primer Ministro, mientras el escáner registraba las zonas activas de sus cerebros. Estos escáneres revelaron que, de forma similar a la comunicación real, los diálogos interiores también pueden reclutar regiones neuronales como el córtex temporal posterior, implicado en lo que se denomina “teoría de la mente”, es decir, la capacidad de atribuir a los demás estados mentales diferentes de los propios. Esto ocurre incluso si el diálogo se produce únicamente dentro de la mente del yo.

La segunda gran categoría de habla interior definida por Fernyhough es considerablemente más misteriosa y enigmática. La denomina habla interior “condensada”, basada en la creencia de Vygotsky de que, a medida que el habla se interioriza, puede sufrir profundas transformaciones que la diferencian claramente de la versión expandida. El habla interior condensada se define como una versión muy abreviada y no gramatical del habla normal. Aunque posiblemente sea lingüística -compuesta de palabras-, no pretende ser comunicada ni siquiera comprendida por los demás. Por ejemplo, como hábito en invierno desde que era joven, a menudo pienso para mí mismo: “pasamonedas” antes de salir por la puerta para ir a hacer snowboard. Para que entiendas lo que quiero decir, me veo obligado a ampliar este término: Acuérdate de tu entrada o forfait si aún es válido, el candado de tu tabla de snowboard, y dinero en efectivo o tarjeta de crédito para ir a comer (y cerveza après).

A veces hay agujeros en tu discurso interior; a veces faltan todas las palabras y aun así te experimentas hablando

La variedad de experiencias “condensadas” que tenemos las personas son extraordinariamente únicas porque ya conocemos los significados de los contenidos de nuestros propios pensamientos: sencillamente, cuando pensamos para nosotros mismos, el cerebro no necesita elaborar un formato gramatical rico de pensamiento interior que pueda ser entendido por los demás. Así pues, más allá de la abreviación de “pasapalabra”, la condensación del discurso interior puede dar lugar a un “pensamiento en significados puros”, como afirmó originalmente Vygotsky. El habla interior condensada puede incluso despojarse de la mayor parte de sus cualidades auditivas, de modo que “no tiene mucho de habla”, dice Fernyhough.

Hurlburt afirma que el habla interior puede implicar la eliminación total de las palabras, aunque la experiencia lingüística permanece intacta. A veces faltan palabras, hay “agujeros” en tu habla interior. A veces falta todo [todas las palabras] y, sin embargo, sigues experimentando que hablas”, afirma. En este caso, la persona informa de la experiencia de hablar, incluida su producción, sensación de volumen, ritmo, etc., y percibe lo que se dice, pero no experimenta ninguna palabra en su sentido habitual.

También ha postulado una forma pasiva de habla interior que denomina “audición interior”. Es posible “oír” interiormente tu propia voz en lugar de hablar tu propia voz”, me dice. En este caso, las personas escuchan su propia voz en la cabeza, percibiendo las mismas características sonoras que el habla expandida, pero sin la agencia. Los participantes han recordado estas experiencias como si su voz “simplemente ocurriera”, como si “surgiera por sí misma”, como si “tuviera lugar” en lugar de “ser pronunciada”.

Algunas personas experimentan pasivamente el habla interior en voces que no son las suyas, básicamente como alucinaciones auditivas que no pueden controlar. Brian Wilson, miembro fundador de los Beach Boys, describió esta experiencia a Larry King en una entrevista en la CNN en 2004: “Voy a matarte. Voy a hacerte daño”, le repetía continuamente una voz interior desde sus primeras experiencias con el LSD en la década de 1960. El valor de comprender estas alucinaciones es evidente: son un rasgo distintivo de la esquizofrenia, una enfermedad que afecta a casi 24 millones de personas en todo el mundo.

Resulta muy fascinante que Fernyhough haya llegado a la conclusión de que una parte pequeña pero significativa de la población general también experimenta alucinaciones auditivas, un fenómeno que los investigadores denominan “audición de voces” para distinguirlo de la esquizofrenia. Según Fernyhough, a lo largo de la historia se han registrado voces de este tipo en personas célebres. El filósofo griego Sócrates describió lo que denominó una “señal daemónica”, una voz interior que le advertía de que estaba a punto de cometer un error. Juana de Arco describió haber oído voces divinas desde su infancia, las mismas que influyeron en su motivación para ayudar en el asedio de Orleans. La mística y autobiógrafa del siglo XV Margery Kempe escribió sobre conversaciones interiores con Dios. Sigmund Freud no fue inmune: “Durante los días en que viví solo en una ciudad extranjera… oí muy a menudo mi nombre llamado de repente por una voz inconfundible y querida”.

Todo esto nos lleva a otra cuestión desconcertante: ¿los pensamientos verbales que llegan a la conciencia son sólo la punta de un iceberg mental, que ofrece sólo un atisbo de la mente inconsciente? Esta posibilidad la planteó Vygotsky, pero a Fernyhough no le gusta ir por ahí:

“Cuando hablamos de pensamiento, hablamos de procesos conscientes”

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Independientemente de lo que encontremos al final, el trabajo iniciado por Vygotsky en el desarrollo humano promete iluminar más secretos del yo y la conciencia con el paso del tiempo. Hoy, la nueva ciencia del habla interior está subiendo el gas tan rápido que está iluminando la oscuridad.

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Phil Jaekl

Es escritor e investigador científico en neurociencia cognitiva. Se doctoró en la Universidad de York, en Toronto, y ocupó puestos de investigación en Barcelona (España) y Rochester (Nueva York). Sus escritos aparecen en The Atlantic, The Guardian y Wired, entre otros. Su primer libro de no ficción, Out Cold, sobre la historia de la utilización del frío como herramienta terapéutica, está disponible para pedido anticipado. Vive en Tromsø, en la región ártica de Noruega.

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