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Se dice que la creatividad es la diversión de la inteligencia. Es la capacidad de generar ideas, soluciones o puntos de vista sorprendentemente originales y, al mismo tiempo, factibles: en términos cognitivos, una idea creativa convincente no se rompe si se analiza sistemáticamente su lógica. Al mismo tiempo, entreteje conceptos que nunca antes habían formado parte del mismo tejido.
Hace una década, un equipo de psicólogos de los Países Bajos propuso el “modelo de la doble vía hacia la creatividad”, sugiriendo que la ideación creativa se produce cuando la flexibilidad cognitiva se casa con la persistencia cognitiva. La flexibilidad cognitiva nos permite cambiar rápidamente de pensamiento entre un concepto y otro, y pensar en múltiples conceptos simultáneamente, mientras que la persistencia cognitiva nos permite seguir con una tarea o conceptualización difícil para alcanzar un objetivo. Al igual que en una armonía musical en la que el flautista, el violinista, el pianista y el trombonista deben atenerse a sus partes individuales y, sin embargo, escucharse y adaptarse para hacer buena música, lo mismo ocurre con el cerebro creativo.
Los intérpretes de esta orquesta neural están formados por tres redes funcionales cerebrales. Éstas se forman cuando diferentes regiones del cerebro (que no son estructuralmente adyacentes) se activan juntas cada vez que emprendemos tareas específicas. En lo que respecta a la creatividad, las principales redes funcionales en juego son la red ejecutiva central (CEN), la red de saliencia (SN) y la red de modo por defecto (DMN). Los estudios de imagen cerebral revelan que la CEN es importante para el control flexible, momento a momento. Por ejemplo, las regiones cerebrales frontales y parietales laterales están muy implicadas cuando los humanos realizan varias tareas a la vez. Resulta revelador que un estudio de neurocientíficos de la Universidad de Vanderbilt, en Estados Unidos, y de la Universidad de Queensland, en Australia, descubriera que la multitarea eficiente no se representa en el cerebro como la capacidad de procesar simultáneamente múltiples flujos de información, sino como un procesamiento muy rápido de una tarea tras otra. Y lo que es más significativo, descubrieron que podemos aprender a acelerar el procesamiento de cada tarea individual y, por tanto, a realizar mejor las multitareas.
La corteza frontal lateral del cerebro es el órgano de la corteza cerebral.
El córtex frontal lateral también está muy activado cuando las personas tienen un pensamiento divergente, y el pensamiento divergente es la forma en que los científicos miden la creatividad; en la vida real, podemos pensar de forma divergente todos los días: preparar una receta con lo que hay en la nevera, conducir un coche en medio del tráfico, hacer arte con materiales no tradicionales utilizando objetos del cubo de reciclaje.
En cambio, la SN, o red de saliencia, cuyo eje principal es el córtex cingulado anterior, es importante para el mantenimiento sostenido de las tareas. Esta región cerebral interviene en la toma de decisiones y la autorregulación, en definitiva, en casi cualquier tarea que requiera persistencia cognitiva. Por último, la DMN, o red de modo por defecto, cuyos núcleos principales se encuentran en el córtex prefrontal medial anterior y el córtex cingulado posterior, representa aquello en lo que pensamos cuando no estamos centrados en la tarea. Como humanos, pasamos gran parte de nuestro tiempo soñando despiertos, deambulando por la mente, procrastinando, reflexionando sobre el pasado y el futuro (de hecho, es muy difícil permanecer en el momento presente) y la DMN es la red funcional que está detrás de todo este pensamiento autorreferencial. Cuando realizamos tareas que requieren que prestemos atención al mundo exterior, la actividad en la DMN se suprime para que no nos dejemos marginar por pensamientos distractores e irrelevantes.
Sin embargo, estos mismos pensamientos distractores e irrelevantes son los que nos hacen pensar en el pasado y en el futuro.
Sin embargo, estas mismas distracciones y los mundos lejanos de nuestra imaginación encierran el secreto de la creatividad, si tan sólo pudiéramos aprovecharlos y coserlos en la cadena de ideas que se construye hacia un objetivo concreto: una nueva receta, un poema, un cuadro o una improvisación musical. Estudios recientes indican que las regiones centrales de la DMN se activan simultáneamente con las del CEN y el SN, y funcionan en concierto durante la ideación creativa. Se trata de una danza extraordinaria, que retrata la naturaleza dinámica de nuestras redes cerebrales. Normalmente, el CEN y el SN ejercen control sobre el DMN y se oponen a él; sin embargo, durante los momentos de creatividad, el DMN permite la generación espontánea de ideas candidatas, posiblemente a partir del almacenamiento de nuestra memoria a largo plazo, mientras que el CEN/SN se unen armoniosamente para hacer uso de estas ideas hacia un objetivo específico.
Nahora que comprendemos los mecanismos en juego, es tentador preguntarse si podemos aprender a ser más creativos. La creatividad tiene cierta heredabilidad genética: el talento -matemático, musical- es hereditario. Por ejemplo, los gemelos idénticos holandeses David Oyens y Pieter Oyens fueron pintores de éxito en el siglo XIX. Pero, dado que el cerebro humano es plástico, aprende y cambia constantemente, ¿podemos aprender también a ser creativos, basándonos en nuestras experiencias?
En un estudio de 2014 de la Universidad de Stanford (California), los científicos se emparejaron con profesores de escuelas de diseño para evaluar una clase muy popular: “Gimnasio Creativo”. En esta clase, los participantes trabajan individualmente en actividades prácticas poco convencionales, de ritmo rápido pero inmersivas, utilizando material de oficina cotidiano como materiales. Se pide a los alumnos que trabajen rápidamente a través de una serie de fases: observar, aportar ideas, sintetizar, crear prototipos y poner en práctica, repitiendo según sea necesario, para generar soluciones innovadoras. El estudio demostró que los alumnos de este programa de desarrollo de la capacidad creativa obtuvieron mejores resultados en problemas de pensamiento divergente que los alumnos de un grupo de control. En otro estudio, un equipo colaborador de neurocientíficos y psicólogos de la Universidad de Tecnología de Dalian (China) y la Universidad de Oregón (EE.UU.) sometió a los participantes a pruebas de pensamiento divergente antes y después de una meditación de corta duración (30 minutos al día durante siete días). El grupo de control practicó la relajación durante el mismo tiempo. Los investigadores descubrieron que la meditación puede aumentar significativamente la creatividad.
Es interesante señalar que estos estudios utilizaron enfoques bastante opuestos para comprobar si la creatividad se puede aprender. En el estudio de Stanford, los participantes ejercitaron la flexibilidad cognitiva para generar soluciones creativas en el aula. Mientras tanto, el entrenamiento meditativo del estudio de Dalian-Oregón fue un ejercicio de persistencia cognitiva, centrado principalmente en crear una mayor conciencia de las propias experiencias sensoriales. Aunque los investigadores de estos estudios no utilizaron imágenes cerebrales, cabe imaginar la danza dinámica entre las redes de control del cerebro de los alumnos, que colaboran finamente con la red por defecto generadora de pensamientos espontáneos. En general, estos estudios sugieren que puede haber múltiples formas de potenciar la creatividad: muchas vías hacia un cerebro más creativo.
Los artistas, que son creativos de profesión, a menudo describen el proceso creativo como uno en el que se transfiguran en mente y cuerpo, y mediante un proceso sobre el que no tienen mucho control. Hablan de estar “en la zona”, o en un estado de flujo. En tales estados de pensamiento creativo divergente, el cuerpo se excita y las alas se dilatan. En un reciente estudio, investigadores del Centro de Inteligencia Colectiva del MIT, en EE.UU., configuraron un reloj inteligente para detectar señales corporales, como el ritmo cardíaco y el movimiento corporal derivado del acelerómetro, e hicieron que lo llevaran durante todo el día personas que realizaban actividades creativas en equipo. Lo que descubrieron fue que las señales corporales medidas objetivamente eran predictores significativos de la creatividad percibida, según informaron los sujetos de la prueba. Una mayor intensidad y una mayor consistencia (o menor variabilidad) de la actividad de las señales corporales predecían una mayor creatividad. Además, las mediciones de las señales corporales complementaron las autoevaluaciones del tipo de personalidad y el estado de ánimo.
Aunque los investigadores interesados en las modalidades físicas y las vías neurológicas de la creatividad están avanzando en la comprensión de su funcionamiento -así como en la forma de estimularla-, la creatividad conserva cierta mística como estado único del ser, cuando la mente y el cuerpo resuenan en perfecta armonía, como un diapasón que genera un tono puro.
Esta Idea ha sido posible gracias al apoyo de una subvención concedida a Aeon por la Fundación John Templeton. Las opiniones expresadas en esta publicación son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Fundación. Los financiadores de la revista Aeon no participan en la toma de decisiones editoriales.
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es catedrática adjunta del departamento de Psiquiatría y directora de los Laboratorios NEAT de la Universidad de California en San Diego.