“La tranquilidad no puede ser captada más que por aquellos que han alcanzado un poder de juicio inquebrantable y firme; el resto cae y se eleva constantemente en sus decisiones, vacilando en un estado de rechazo y aceptación de las cosas alternativamente. ¿Cuál es la causa de este ir y venir? Es porque nada está claro y se apoyan en la guía más incierta: la opinión común”.
-SENECA, CARTAS MORALES,95.57b-58a
In el ensayo de Séneca sobre la tranquilidad, utiliza la palabra griega euthymia, que define como “creer en uno mismo y confiar en que se está en el camino correcto, y no dudar siguiendo los innumerables senderos de los que vagan en todas direcciones”. Es este estado mental, dice, el que produce la tranquilidad.
La claridad de visión nos permite tener esta creencia. Esto no quiere decir que siempre vayamos a estar seguros al 100% de todo, ni que debamos estarlo. Más bien se trata de que podemos estar seguros de que vamos en la dirección correcta en general, de que no necesitamos compararnos constantemente con otras personas ni cambiar de opinión cada tres segundos en función de la nueva información.
En cambio, la tranquilidad y la paz se encuentran en la identificación de nuestro camino y en la adhesión a él: manteniendo el rumbo -haciendo ajustes aquí y allá, naturalmente- pero ignorando las sirenas de distracción que nos hacen señas para que nos volvamos hacia las rocas.