¿ Me preguntas qué es algo a evitar a toda costa ? Yo diría que las muchedumbres; no se les puede otorgar confianza con seguridad. Voy a admitir mi propia debilidad, a toda costa: nunca regreso a casa con el mismo carácter con el que salí.
Algo que he forzado en mi a permanecer en calma se ve molestado; algunos adversaries que había dejado en el pasado, regresan. Así como una persona enferma por un largo tiempo que no puede ser sacado de casa sin que sufra una recaída. Del mismo modo nosotros nos vemos afectados cuando nuestra alma se recupera de una enfermedad menguante.
El convivir con la muchedumbre es nocivo; hay ninguna persona que pueda pueda hacer ver algún vicio como atractivo, nos lo estampen, o inconcientemente tenga una influencia sobre nosotros. Ciertamente, entre mas tiempo pasemos con la una muchedumbre, mayor el peligro.
Pero nada es mas nocivo para el buen carácter como el hábito de frecuentar los juegos (de gladiadores y esclavos); pues ese es el vicio que nos roba sutilmente a través del placer.
¿ A qué me refiero ? Me refiero a que regreso a casa más ambicioso, voluptuoso, e incluso más cruel e inhumano, por haber convivido tanto entre otros seres humanos.
Por azar, estuve en una exhibición de medio día, esperando algo de diversión, astusia y relajamiento, —una exhibición en la cual los ojos de las personas descansarían del descuartisamiento de otros seres humanos.
Pero lo opuesto fue lo que sucedió. Antes los combates eran una muestra de compasión; pero en estos días se tratan sólo de masacre. Los hombres no tienen armadura protectora, y están expuestos en todos los puntos, ningún golpe es en vano.
Muchas personas prefieren este tipo de programa, e incluso lo solicitan. Claro que lo prefieren, no hay casco o escudo para evadir un arma. ¿ Cuál es la necesidad de habilidad, armadura o arma para defenderse ? Todo esto son sólo medios para retrasar la muerte.
Por la mañana arrojan a los hombres a los leones y osos; al medio día los arrojan a los espectadores. Estos espectadores demandan que el asesino se enfrente a la víctima en turno; y siempre guardan el último conquistador para la siguiente carnicería. El resultado de cada combate es la muerte, por espada o fuego. Y esto sigue incluso cuando la arena está vacía.
Se podría responder: “Pero era un ladrón; el mato a un hombre”. ¿ Y eso como cambia las cosas ? Si es un asesino merece su castigo. ¿ Pero qué crimen haz cometido tú personalmente para merecer observar este espectáculo ?
Por la mañana gritan: “Mátenle, azótenle, quémenle! ¿ Por qué va al encuentro de la espada de forma tan cobarde ? ¿ Por qué no muere en los juegos ? Azótenle justo en las heridas. ¡ Qué reciba cada latigazo a piel desnuda !
Y cuando los juegos tienen un intermedio, anuncian “un poco de degollamientos, para que aún así haya algo que ver”
¿ Vamos, no puedes entender esta verdad, que un mal ejemplo tiene una reacción en quien lo recibe ? Agradece a los dioses inmortales que estás enseñando crueldad a una persona que no puede aprender a ser cruel.
El carácter jóven, que no puede afianzarse al camino correcto, debe de ser rescatado de la muchedumbre; es demasiado fácil aliarse con la mayoría.
Incluso Socrates, Cato y Laelio podrían haber visto la fortaleza de su moral sacudirse por una masa que no era como ellos; así que la verdad es que ninguno de nosotros, sin importar como fortalezcamos nuestras habilidades, podemos resistir semejantes asaltos a nuestras debilidades.
Mucho daño se hace por un sólo caso de indulgencia o avaricia; un amigo cuyo estilo es demasiado lujoso, nos debilita y suaviza de forma impercitible; el vecino si posee demasiadas riquezas, puede despertar nuestras ambiciones. Nuestra compañía, si suele chismear y actuar con malicia, puede influenciarnos, incluso buscamos ser sinceros e intachables.
Entonces, que efecto crees que esto tenga en el carácter, cuando el mundo entero lo asalta. Debes imitarlo o despreciar esto en el mundo.
Pero ambos extremos deben de ser evitados; no debes copiar lo malo sólo porque proviene de la mayoría; y tampoco debes de despreciar la mayoría, sólo por que son distintos a ti. Aléjate, tanto como puedas. Pero asóciate con aquellos que te harán una mejor persona. Recibe a aquellas personas que tú mismo puedes ayudar a mejorar.
El proceso es mutuo; las personas aprendemos mientras enseñamos
No hay razón por la cual el orgullo de comunicar tus habilidades deban de atraerte a hacerte publicidad, de forma que desees hablar en público. Claro que yo mismo te impulsaría a hacerlo, si tuvieras algo de valor que compartir con esta muchedumbre; pero como son las cosas, no hay una persona entre ellos que te pudiese comprender. Una o dos personas quizás se acerquen a ti, pero incluso ellas deberían de ser moldeadas y entrenadas para que pudieran entender tus palabras.
Me Preguntarás: “¿ Entonces, con qué propósito aprendi todo ?” Pero no temas por haber desperdiciado tu esfuerzo. Todo lo haz aprendido lo haz hecho para ti mismo.
Debido a que aún no llega el día en que he aprendido exclusivamente para mi, compartiré contigo 3 excelentes enseñanzas , que llamaron mi atención. Esta carta te dará una como pago de mi deuda; las otras dos deberás aceptar como una contribución adelantada. Demócrito dice:
“Un hombre vale para mi tanto como una multitud, y una multitud tanto como un sólo hombre.”
Lo siguiente también fue dicho, noblemente, por alguien que no estamos seguros quien fue. Le preguntaron cuál era el objetivo de todos sus estudios aplicados a un arte que no llegará sino a unos cuantos. y la persona respondió:
“Me confórmo con unos cuantos, con uno, o ninguno.”
La tercera, y de notable valor, es de Epicuro, escrita por uno de sus colegas de estudio
“Escribo esto no para muchos, sino para tí, cada uno de nosotros es suficiente audiencia para el otro”
Pon atención a estas palabras, Lucilio, para que no desprecies el placer que viene del reconocimiento de la mayoría. Muchos hombres te alaban; pero ¿ Tienes alguna razón para estar complacido contigo mismo, si eres una persona a la que muchos puedan entender ?
Tus mejores cualidades y virtudes deben de enfocarse al interior.
Hasta luego.