Sobre la Vejez

Sobre la Reclusión del Filósofo
Sobre la Reclusión del Filósofo

A dónde sea que volteo, observo evidencia de mi edad avanzada. Recientemente visite mi casa de campo, y protesté contra el dinero que se gastó en mi casa, ahora en ruinas.

El cuidador de mi terreno aseguraba que no era debido a su descuido; “hago todo lo que pudo, pero la casa era vieja”. Esta era la casa que construí con mis manos. Qué me depara el futuro, si las piedras de mi avanzada edad ya se están derrumbando.

Estaba enojado, y tomé la primera oportunidad para ventilar mi mal humor en la presencia del administrador. “Esta claro”, grite, “estos arboles han sido descuidados; no tienen hojas, las ramas están rotas y dobladas; esto no hubiera pasado si alguien suavizara la tierra, y les diera agua.”

El cuidador juro por mi deidad protectora que el hacia todo lo posible, y nunca relajo sus esfuerzos, pero esos arboles eran viejos. Entre nosotros, yo mismo plante esos arboles, vi sus primeras hojas.

Volte a la puerta y pregunté: “¿Quién es este viejo senil? Hiciste bien al ponerlo en la entrada; si destino es afuera. ¿ Dónde lo conseguiste ? ¿ Qué placer te brinda el enterrar al anciano de otros ?”

Pero el anciano senil dijo: “¿No me reconoce, señor? Soy Felicio; usted solía traerme pequeñas estatuas. Mi Padre era Filostio, el mayordomo, y yo soy su esclavo.” Pensé, “Este hombre se ha vuelto loco. ¿Mi esclavo se volvió un pequeño niño de nuevo? Es posible; sus dientes se están cayendo”

Le debo a mi tierra natal que mi avanzada edad es evidente a donde sea que voltee. Valoremos y amemos la edad avanzada; pues esta llena de placer si uno sabe usarla.

Las frutas son mejor recibidas cuando están maduras y justo antes de perecer; la juventud es mas encantadora cuando esta por terminar; y la ultima bebida es la mejor cuando le da los toques finales a la embriaguez.

Cada placer que se reserva para el final contiene las mejores delicias. La vida es mas dichosa cuando vamos cuesta abajo, pero no ha llegado a un decline abrupto.

Yo creo que el periodo en que está a la orilla del techo (por decirlo de alguna forma), posee placeres únicos. O dicho de otra forma, el hecho de no desear placeres, sustituyen los placeres mismos. ¡ Qué reconfortante es cuando uno se ha satisfecho todos sus apetitos !

Pero dices, “¡ Es una molestia ver a la muerte de frente !” La Muerte, sin embargo, se debe ver de frente por viejos y jóvenes por igual. No somos llamados en orden de nacimiento. Además, nadie es tan viejo como para ser inapropiado que desee otro día de existencia. Y ese día, esperemos, es una etapa de la vida.

Nuestra vida se divide en etapas; consiste en grandes círculos rodeando otros más chicos. Cada uno abraza y encierra los demás; desde el día de nuestro nacimiento hasta el último de nuestra existencia. El siguiente circulo limita nuestra juventud, y el tercero nuestra infancia.

También cada circulo contiene las divisiones de cada año en si mismo, con la multiplicación del tiempo total que tenemos de vida. El mes se limita por un anillo más estrecho. Y el circulo más pequeño es el día; pero cada día tiene un inicio y un final, su amanecer y anochecer.

Por eso Heráclito, cuyo estilo le gano el sobre nombre «El Oscuro de Éfeso» observaba: “Un día es igual a todos los días”. Distintas personas han interpretado esto de formas distintas. Unos dicen que cada día tiene el mismo numero de horas, y esto es cierto, pues “día” se refiere al periodo de 24 horas. Así todos deben de ser iguales, la noche gana lo que le día pierde.

Pero otras personas dicen que un día es igual a los demás por que son parecidos, el mayor paso del tiempo no tiene ningún elemento que no pueda ser encontrado en un sólo día, — luz y obscuridad, — y hasta para la eternidad, el día hace estas distinciones, más numerosas, pero no diferentes cuando el periodo es más corto o largo.

Así cada día debe de ser regulado como si cerrara nuestra serie, como si completara nuestra existencia.

Marco Pacuvio, quien después de una larga estadía hizo Siria propia, solía tener funerales en su propio honor, con vino y banquete, y después hacia que le llevaran cargando hasta su habitación, donde mientras esclavos aplaudían y cantaban música griega que decía: “Ha vivido su vida, ha vivido su vida.”

Así Pacuvio se enterraba a si mismo cada día. Pero sepamos que era con un buen motivo; ir a dormir con dicha y plenitud diciendo:

He vivido; el curso que Fortuna definió para mi ha terminado.
Y si Dios se complace en agregar otro día, lo recibiremos con gratitud y corazón abierto. El hombre que es mas feliz, es quien está en posesión de si mismo, y puede esperar al siguiente día sin aprehensión. Cuando un hombre dice “¡He vivido!”, cada nueva mañana recibe un bono.

Y ahora, cerrare mi carta.

¿Qué?, dices, “¿llegará a mi sin ninguna pequeña ofrenda?”. No temas, trae algo, — y no poca cosa, algo grande. Qué seria una mejor frase:

“Es malo vivir bajo restricciones, pero ningún hombre está restringido a vivir con restricciones”
Claro que no. En todos lados tenemos pequeños y simples pasos a la libertad; y permitirme agradecer a Dios que ningún hombre puede ser limitado. Despreciemos las mismas restricciones que nos limitan.

Respondes: “Epicuro dijo esto, ¿Qué haces con la propiedad ajena?” Cualquier verdad que yo sostenga, se vuelve mi propiedad. Y seguiré acumulando para ti las citas de Epicuro, para que todas las personas que ponen valor sobre el orado y no sus palabras puedan entender que las mejores ideas son propiedad común.

Adios

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