Me haz enviado una carta a través de quien llamas “un amigo”. Y en la siguiente línea, me adviertes de no discutir con él cualquier tema relacionado contigo, argumentando que no sueles hacer esto; en la misma carta haz llamado y negado a esta persona como “amigo”.
Si haz usado esta palabra nuestra (1) de la misma forma en el que llamamos fácilmente a los candidatos a “personas honorables”, o de la misma forma que saludamos a alguna persona cuyo nombre olvidamos temporalmente diciendo “estimado, señor”, — que así sea.
Pero si consideras tu amigo a cualquier persona en quien no confías como lo haces contigo mismo, estás en un error, y aún no has comprendido el verdadero significado de la amistad.
Si por mí fuera, hablarías abiertamente cualquier tema con un amigo; pero antes de todo, discutirías a la persona en sí misma. Cuando una amistad se afianza, debes confiar, pero antes debes juzgar.
Algunas personas lo hacen al contrario y confunden sus deberes, al violar las reglas de Teofrasto. Juzgan a una persona sólo después de volverse amigos, en lugar de ser amigos después de juzgar a la persona.
Considera por un largo tiempo si debes admitir a una persona dentro de tus amistades; y cuando le hayas aceptado, le recibes con toda tu alma y corazón. Habla tan firme con esta persona como contigo mismo.
Respecto a ti, no te quedes con nada para ti mismo que no confiarías a tu enemigo. Si ocurre debes guardar secreto, debes poder compartir con tus amistades, por lo menos tus preocupaciones y reflexiones.
Considérale leal, y le harás leal. Algunas personas, por ejemplo, temen a ser engañadas, enseñan a las personas a engañar; por sus sospechas han otorgado a sus amigos a el derecho de hacer mal.
¿Por qué debería limitar mis palabras frente a la presencia de un amigo? ¿Por qué no podría tener la misma confianza como cuando estoy solo, cuando en estoy en su compañía?
Hay una clase de personas que comunican, a todos a quien se topan, cosas que sólo se deberían confiar a una amistad, y descargan a quien escucha todo cuando les inquieta.
Otras personas, temen la confianza en sus amistades más cercanas; cuando pueden; no confían ni en ellas, enterrando los secretos más profundos de su corazón.
Nosotros no debemos hacer ni una ni la otra. Es el mismo error confiar en todos que en nadie. Yo diría que la primera es ingenua, la segunda más segura.
Debes reprender estos 2 tipos de personas:— los que no pueden permanecer en calma, y los que sólo reposan.
El amor por el tumulto y habladurías no es productivo, es sólo la falta de paz de una mente atormentada.
La verdadera calma no consiste en condenar todo movimiento; ese tipo de reposo es inercia, y languidez.
Por eso, debes de tomar nota de la frase tomada de Pomponio “Algunos hombres se encogen hacia rincones obscuros, a tal grado que ven oscuridad incluso en plena luz del día”
Las personas deben combinar estas tendencias, y quien reposa debería actuar, y quien no tiene calma reposar. Discute este problema con la Naturaleza, te dirá que ella creo ambos día y noche.
Hasta Luego.
- Para los estoicos la palabra amigo, conlleva una significado especial