2. Por qué se Crean Obras de Arte

Qué es emprendimiento social.
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¿ Por qué se Crean Obras de Arte? El arte es a veces una forma de comunicación misteriosa. ¿Qué pretendía decirnos el Artista cuando esculpió una diosa de la fertilidad obesa o una forma geométrica fracturada? En este capítulo te ayudo a desmitificar el lenguaje visual que llamamos arte. En este Sección:

  • Explorar los motivos de la creación artística
  • Comprender los elementos del arte
  • Descifrar los significados ocultos

El propósito de una Obra de Arte y el Artista

¿Por qué los artistas crean sus obras de Arte? ¿Para ensalzar a Dios o a su país? ¿Para derrocar gobiernos? ¿Para hacernos pensar? ¿Para ganar fama y fortuna? ¿O quizá sea porque, para ellos, crear es algo tan necesario como respirar?

Lo cierto es que los artistas crean sus Obras de Arte por todas estas razones y muchas más. Por encima de todo, los grandes artistas quieren expresar algo más profundo de lo que pueden transmitir las formas de comunicación ordinarias (como pueden ser el lenguaje hablado o la escritura). Intentan sugerir significados que están fuera del alcance de los vocabularios cotidianos. Por eso crean vocabularios visuales que la gente debe interpretar. Este lenguaje de imágenes no tiene diccionario, y cada cual puede “leerlo” de manera diferente.

Esta diferencia en cuanto a la manera que tiene cada uno de “leer” una obra de arte se verifica sobre todo en las obras creadas en los últimos 500 años. El arte antiguo y el arte medieval (el arte creado antes de 1400) generalmente servían a un propósito común y utilizaban un lenguaje de símbolos que todo el mundo entendía, y a menudo ese propósito común estaba relacionado con la religión, los ritos o la mitología.

Obras de Arte en la Religión, ritos y mitología

Las primeras manifestaciones artísticas (las pinturas rupestres creadas entre el 30000 a.C. y el 10000 a.C., ver el capítulo 4) probablemente fueron una parte fundamental de un ritual chamánico (un curandero que actúa como médium y entra en el mundo de los espíritus durante un trance). En muchas culturas prehistóricas, la gente pensaba que la religión y los rituales les ayudaban a controlar el entorno (por ejemplo, los rituales de fertilidad estaban relacionados con un dios o una diosa, y se hacían para garantizar una buena cosecha) o a prepararse para una vida posterior. El arte (y también la danza y la música) solía formar parte de estos rituales religiosos.

Los expertos no saben mucho sobre la religión de los hombres prehistóricos (las personas que vivieron entre el 30000 a.C. y el 3500 a.C.), pero sí poseen abundante información sobre las religiones de las primeras civilizaciones de Mesopotamia y Egipto (que surgieron en torno al 3500 a.C.). Algunas obras de arte mesopotámicas, y la mayoría de las que se crearon en el antiguo Egipto, son de temática religiosa. El arte egipcio suele estar centrado en la vida después de la muerte y en la relación del hombre con los dioses.

Durante la época romana (476 a.C.-500 d.C.) el arte religioso fue menos común que el arte secular (arte sobre la vida terrenal del hombre). Sin embargo, el arte religioso predominó durante la Edad Media (500-1400), perdió algo de terreno durante el Renacimiento humanista (1400-1520) y el período manierista (1520-1600) y regresó con fuerza en el período barroco (1600-1700) durante las guerras de religión entre católicos y protestantes.

Obras de Arte, Política y propaganda

La constitución de Estados Unidos garantiza la separación entre Iglesia y Estado. Sin embargo, en muchas civilizaciones primitivas la religión y la política eran las dos caras de la misma moneda. Los faraones egipcios, por ejemplo, se consideraban a sí mismos los representantes de Dios en la Tierra. El arte egipcio era a la vez religioso y político. La noción de derecho divino de los reyes, según la cual la facultad de gobierno de los reyes emanaba de la voluntad de Dios (doctrina que continuó hasta la Revolución francesa y la guerra de Independencia de Estados Unidos, a finales del siglo XVIII), hunde sus raíces en estas prácticas del antiguo Egipto.

En la antigua Grecia, Pericles (el líder de los atenienses en su apogeo cultural y político) encargó y sufragó la construcción del Partenón y otros monumentos (utilizando dinero prestado por los aliados de Atenas) para conmemorar el poder y el prestigio atenienses. “Estas obras perdurarán para siempre como testamento de nuestra grandeza”, declaró. El propósito del arte era ensalzar el Estado.

De forma similar, los romanos erigieron columnas, por ejemplo la Columna de Trajano (ver el capítulo 8), y arcos triunfales, como el Arco de Constantino, para celebrar las victorias y dejar constancia de su poder.

A principios del siglo XIX, el pintor francés Eugène Delacroix, perteneciente al período romántico, animó a la gente a luchar por la democracia con su obra La libertad guiando al pueblo (ver el capítulo 17).

Yo mando y tú obedeces: el mecenazgo

Muchas obras de arte las encargaron mecenas ricos y poderosos para sus propios fines. Algunos pidieron obras religiosas que los representaran arrodillados junto a un santo, quizá para demostrar su devoción y ganar puntos ante Dios. Otros hicieron lo propio para ensalzarse a sí mismos o a sus familias (Felipe II, por ejemplo, pagó al pintor Diego Velázquez para que inmortalizara a su familia durante el Barroco).

Algunos mecenas simplemente querían engrosar sus colecciones de arte y aumentar su prestigio (como Pieter van Ruijven, quien encargó varios cuadros a Johannes Vermeer en la Holanda del siglo XVII). Van Ruijven (1624-1674) fue uno de los hombres más ricos de Delt y el principal mecenas de Vermeer.

Visión personal del Arte

Nadie pagó a Vincent van Gogh para que pintara. De hecho, en toda su vida solo vendió un cuadro. Van Gogh fue el típico artista pobre, pero continuó pintando, impulsado por una visión personal que su público no compartía ni comprendía.

Muchos artistas modernos también tienen una visión personal que los mueve, una visión que ofrece al público una nueva forma de contemplar la vida. Generalmente estos artistas tienen que luchar mucho para comunicar su visión y ser aceptados. Hasta que consiguen esa aceptación, muchos de ellos pasan las mismas penurias que Van Gogh para poder comer y dormir.

Descubrir la composición de las Obras de Arte

La composición es la disposición de los elementos visuales en una obra de arte. En este apartado te enseño a reconocer e interpretar los principios de la composición.

Patrón

La existencia de un patrón o estructura es tan importante en el arte visual como en la música o la danza. Una canción es un patrón de notas; una danza es un patrón de movimiento; y una pintura es un patrón de colores, líneas, formas, luces y sombras. Los patrones dan coherencia y unidad a las obras de arte. Combinar un bello patrón floral con un diseño cuadriculado sería tan incoherente como empapelar una habitación con dos estampados diferentes. La clave de un patrón es la coherencia. Dicho esto, un artista puede mezclar varios patrones para crear contrastes (ver el apartado “Contraste” más adelante, en este mismo capítulo).

A veces los patrones de una obra de arte son tan fáciles de reconocer como los diseños de un papel decorativo, pero lo más habitual es que sean complejos, como los motivos musicales de una sinfonía de Beethoven o el intrincado diseño de una alfombra persa o un rosetón (como el rosetón del crucero norte de la catedral de Chartres). Por otro lado, los patrones también pueden ser sutiles, como la distribución de colores en el cuadro de Jacopo Pontormo titulado El descendimiento de la cruz.

Ritmo

El arte visual tiene ritmo, al igual que la música. Aunque no puedas seguirlo con los pies, un ritmo visual hace que los ojos bailen de un color caliente a uno frío (como en La alegría de vivir de Matisse), de una luz a una sombra, o de una línea ondulada a una recta. Sin ritmos visuales variados, el arte es estático (o monótono, como un papel decorativo que repita una y otra vez el mismo dibujo), en cuyo caso te fijas en una única cosa o no ves nada en absoluto.

Equilibrio

Cada parte de una pintura o relieve tiene un peso visual. El artista distribuye cuidadosamente este peso para equilibrar la obra de arte. Fíjate en la distribución del peso visual en la obra de Sandro Botticelli titulada Primavera: las dos figuras masculinas situadas en extremos opuestos del cuadro lo equilibran como si fueran sujetalibros. Venus está de pie en el centro repartiendo amor de izquierda a derecha, a la trinidad de Gracias (a la izquierda del observador) y a la diosa Flora y la ninfa Cloris (a la derecha del observador). Si Botticelli hubiera puesto a Flora, Cloris y las Gracias en el mismo lado, el cuadro estaría totalmente desequilibrado. Además, Botticelli está mostrando dos historias de amor en la misma pintura.

Por regla general, cuanto más simétrica y equilibrada sea una obra de arte (a veces, hasta el punto de resultar rígida), más probable es que represente algo divino, importante o ideal, como ocurre en La última cena de Leonardo da Vinci.

Contraste

El mayor problema del equilibrio puede ser la sensación de rigidez (ver el apartado anterior). Por ejemplo, la mayoría de las estatuas egipcias son tan simétricas que parecen rígidas e incapaces de moverse. El arte necesita algo que incline un poco la balanza hacia un lado.

El contraste puede alterar algo el equilibrio sin llegar a estropearlo, como en el Doríforo (portador de lanza) de Policleto (ver el capítulo 7). La estatua está equilibrada, pero sus extremidades se mueven en direcciones contrarias. Los opuestos (la rodilla izquierda y el brazo derecho) se equilibran el uno al otro a la vez que generan contraste y tensión.

Aparte de romper la uniformidad conservando el equilibrio, el contraste cumple otros propósitos en el arte: genera interés y emoción. Los artistas pueden crear contraste combinando líneas onduladas y líneas rectas (una carretera sinuosa que recorre una superficie cuadriculada, por ejemplo) o yuxtaponiendo (poner una cosa junto a otra) formas orgánicas y formas geométricas (por ejemplo, representar una pera dentro de una pirámide). René Magritte creó contrastes sorprendentes cuando pintó a una mujer de formas curvilíneas junto a una pared sólida y una roca (La Magie Noir, o Magia negra); el color de la pared es muy parecido al color de la parte inferior de la mujer, pero la pared es áspera y rectangular, mientras que la mujer es suave y tiene curvas. Eso es el contraste.

Énfasis

El énfasis (algo que destaque sobre el resto de la obra) también es importante. Los artistas pueden conseguir énfasis utilizando colores llamativos o contrastes, o situando una figura en un determinado lugar (en el centro de una pintura, por ejemplo). Así como la X señala dónde está enterrado el tesoro de un pirata, el énfasis llama la atención del espectador sobre algo único e importante, el tesoro de esa obra de arte.

A veces los artistas consiguen el énfasis situando alguna cosa extraña o sorprendente en mitad de un cuadro (por ejemplo una figura oscura, cuando las demás están bien iluminadas) o pintando a una mujer desnuda que merienda en el campo en compañía de hombres trajeados (como hizo Édouard Manet en su famoso Almuerzo sobre la hierba).

Descubrir el significado en la Historia del Arte

El arte también transmite un significado. A veces cuenta una historia (narrativa visual); a veces sugiere un significado a través de simbolismos y metáforas, como un poema; y otras el significado está nadando en el sentimiento que transmite la obra, más o menos como con la música (tienes una vaga sensación de significado, pero el sentimiento lo anula).

El abecé de la narrativa visual

¿Cómo saber cuándo un artista te cuenta una historia? Para determinar si una pintura es una narración visual, debes hacerte tres preguntas:

  • ¿La obra sugiere el paso del tiempo (en lugar de ser una imagen estática, como un bodegón)?
  • ¿Parece tener un principio y un final?
  • ¿Hace referencia a algo que está ocurriendo fuera del cuadro?

Si la respuesta a cualquiera de estas preguntas es “sí”, probablemente el artista te esté contando una historia.

¿Y cómo se leen esas historias? Para leer una narración visual no es imprescindible comenzar por la izquierda y moverse hacia la derecha como cuando lees un libro (aunque a veces sí que es así, como en el Tapiz de Bayeux, ver el capítulo 10). En lugar de eso, debes empezar en el punto focal (el lugar hacia donde el artista dirige tu mirada). El punto focal puede ser el comienzo de la historia o el clímax.

La clave está en buscar relaciones de los personajes entre sí, o entre ellos y su entorno. ¿Hay alguien enamorado, con el corazón roto, celoso o vengativo? ¿Está a gusto en su mundo o lo ves alienado? Pregúntate qué le ocurrió a ese personaje justo antes del instante representado, qué le está ocurriendo en ese momento y qué la va a ocurrir a continuación. Busca indicadores, por ejemplo figuras que señalan, expresiones faciales y gestos significativos, como en La vocación de san Mateo de Caravaggio. ¿Qué, o a quién, está mirando la persona representada? Deja que su mirada guíe la tuya.

Entender los símbolos

El simbolismo suele ser una parte fundamental de la narrativa visual, e incluso de retratos y bodegones. Entender los símbolos te ayuda a entrar en el mundo y la situación de la pintura. Sin ese entendimiento, puede que te pierdas buena parte del mensaje del artista. Por ejemplo, muchos observadores creen que el camino sinuoso que aparece en La Gioconda de Leonardo da Vinci (te hablo de ella en el capítulo 11) simboliza el devenir de la vida o, como lo llamaron los Beatles, ese “largo y sinuoso camino”. La calavera del cuadro de Frans Hals Joven sosteniendo una calavera obviamente simboliza la muerte, y la manzana que vemos en La Sagrada Familia de la escalera de Nicolas Poussin hace referencia al jardín del edén, aunque no haya rastro de Adán y Eva ni de la serpiente.

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