“Debemos renunciar a muchas cosas a las que somos adictos, considerándolas buenas. De lo contrario, se desvanecerá el valor, que debe ponerse a prueba continuamente. Se perderá la grandeza de alma, que no puede destacar si no desprecia como insignificante lo que la plebe considera más deseable.
-SENECA, CARTAS MORALES,74.12b-13
Lo que consideramos indulgencias inofensivas pueden convertirse fácilmente en adicciones completas. Empezamos con el café por la mañana, y pronto no podemos empezar el día sin él. Comprobamos el correo electrónico porque forma parte de nuestro trabajo, y pronto sentimos el zumbido fantasma del teléfono en el bolsillo cada pocos segundos. Muy pronto, estos hábitos inofensivos están dirigiendo nuestras vidas.
Las pequeñas compulsiones e impulsos que tenemos no sólo merman nuestra libertad y soberanía, sino que nublan nuestra claridad. Creemos que tenemos el control, pero ¿lo tenemos realmente? Como dijo un adicto, la adicción es cuando hemos “perdido la libertad de abstenernos”. Reclamemos esa libertad.
Lo que es esa adicción para ti puede variar: ¿Gaseosas? ¿Drogas? ¿Querer? ¿Chismes? ¿Internet? ¿Morderte las uñas? Pero debes reclamar la capacidad de abstenerse porque en ella está tu claridad y tu autocontrol.
